Y, pese a todo, no desesperar
En un estupendo ensayo de reciente publicación, ¿Qué es un ser humano? (Rialp, 2023), el filósofo Javier Aranguren introduce esta reflexión: «El final de las historias no es más que otro principio». Contrapone esa idea al mundo de la ficción, donde un desenlace cerrado clausura la trama. El «fueron felices y comieron perdices» de los cuentos infantiles o el oscurecimiento completo de la pantalla en el momento en que concluye una película representan la antítesis de lo que sucede en la vida real. En la vida real nada se detiene. Tanto en la esfera individual como en la colectiva, cada acontecimiento que parece finiquitar una etapa no es en realidad sino un eslabón más en una cadena de sucesos cuyo significado sólo se agota con la extinción definitiva de la persona.
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