Primera estación: condenan a muerte a Jesús
Ediciones Rialp publica a continuación un extracto del libro Vía Crucis, de George Gänswein. El secretario de Benedicto XVI publica estas breves meditaciones para acompañar la Pasión de Cristo. Un texto especialmente apropiado para la Cuaresma y la Semana Santa.
Primera estación: condenan a muerte a Jesús
Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran (Marcos 15, 15).
Esa noche todos los apóstoles abandonan a Jesús. Sus amigos más cercanos, presos del miedo a la muerte, se quedan dormidos. A Jesús lo han traicionado con un beso, la más íntima señal de amor. El tribunal del sumo sacerdote, en una sentencia que lleva mucho tiempo dictada, lo ha condenado a muerte esa misma noche. Lo han golpeado bajo la mirada del juez. Ahora se encuentra en presencia de la mayor autoridad secular de Jerusalén, el representante del poderoso emperador de Roma. Un juicio en el que Jesús no tiene abogado. Aun así, la sentencia hace dudar un buen rato a Pilato, porque no halla culpa en Él.
«¿Qué es la verdad?», le pregunta el gobernador, con la Verdad hecha carne ante él. Luego, después de ordenar a sus soldados azotarlo y colocarle una corona de espinas, se lo presenta a la furiosa muchedumbre que exige su muerte y pronuncia una verdad que perdura hasta el final de los tiempos.
«He aquí al hombre», exclama mientras les muestra al Hombre de todos los hombres, al «Hijo del hombre», imagen primera y última de todas las imágenes de Dios. Después Pilato ordena a un criado que le traiga un cuenco con agua y, lavándose las manos, proclama su inocencia. Unos segundos antes ha entregado al acusado a sus perseguidores con estas palabras: «Lleváoslo vosotros y crucificadlo».