Rafael Corazón González
El pesimismo ilustrado
Fundamenta el optimismo ilustrado en un profundo pesimismo antropológico. Para Hobbes, Locke y Kant, el hombre es malo. Rousseau atribuye el mal a la sociedad cuando no se organiza bien. Para superar ese mal se recurre a "fórmulas" científicas que organicen el Estado, donde el hombre deja de ser protagonista.
El optimismo ilustrado se fundamenta en un profundo pesimismo antropológico. El hombre es malo: así lo declaran Hobbes, Locke y Kant. Rousseau atribuye el mal a la sociedad cuando no se organiza bien.
Para superarlo se recurre a "fórmulas" científicas -el principio de acción y reacción, por ejemplo- con las que organizar el Estado. De este modo la política se convierte en fuente de normas morales y adquiere sentido escatológico.
Pero entonces el hombre, más que salvarse, es salvado por la naturaleza, la providencia inmanente al sistema y el progreso histórico; es decir, deja de ser el protagonista de su propia vida.
Rafael Corazón González (Córdoba, 1952) es doctor en Filosofía y profesor de Enseñanza Secundaria en un Instituto de Málaga. Ha ejercido la docencia de la Filosofía durante más de veinte años, tanto en el Bachillerato como a nivel universitario, y ha publicado diversos artículos en revistas filosóficas, así como varios libros y ensayos, entre otros, dos libros de texto de Bachillerato. Entre sus obras cabe destacar: Las claves del pensamiento de Gassendi (1995); Agnosticismo (1997); Fundamentos para una filosofía del trabajo (1999); La verdad, un consenso posible (2001), Saber, entender... vivir (2002), y Kant y la Ilustración (2004), los tres últimos publicados en esta misma colección.
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